Ciudad propia. Poesía autorizada
«Libro imprescindible de cualquier biblioteca poética en España», Juan Carlos Abril, Clarín.
Es para los responsables de Artemisa Ediciones un honor presentar el volumen de la poesía completa de Francisco Ferrer Lerín (Barcelona, 1942), que aparecerá el próximo mes de abril con el título de Ciudad propia. La edición, a cargo del poeta, traductor y estudioso de la poesía de los setenta Carlos Jiménez Arribas, recoge los tres libros de Ferrer Lerín publicados hasta la fecha, con los prólogos originales de José Corredor-Matheos y P. Gimferrer, más una treintena de poemas inéditos.
Conocido por cierto sector de la crítica como uno de los «protonovísimos», la obra poética de Ferrer Lerín ocupa un lugar aparte en el desarrollo de la poesía española de los últimos años. Este libro supone la plena reivindicación de una voz que engarza con las vetas más fértiles de la vanguardia.
«En la historia de la poesía española del último tercio de siglo, hay un capítulo con encabezamiento y notas a pie de página pero sin texto escrito, extraviado en alguno de los muchos traslados o mudanzas que la casa de la musa, saqueada por múltiples antologías, ha conocido. El título de esas páginas perdidas se suele acompañar invariablemente de un baldón legendario que quiere a su autor en el monte, rescatando buitres, o acodado a una mesa de póquer. Ciudad propia incluye toda la poesía de Ferrer Lerín, pues así se titula aquel libro de nuestra biblioteca que prestamos y nunca nos devolvieron, más casi una treintena de inéditos. La reedición de esta obra singular, actualizada por una nueva vía abierta en su producción poética, viene a demostrar la vigencia de una escritura que no ha perdido singularidad con el paso de los años y abre vías fructíferas para la necesaria renovación de nuestra lírica.» [Carlos Jiménez Arribas]
Esta edición incluye los prólogos originales de José Corredor Matheos y Pere Gimferrer.
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Los periódicos dieron detalles vergonzosos sobre el crimen. Algunos resultaban hirientes para la sensibilidad del lector medio. Decidí, por lo tanto, hablar con el director y amenazarle. Debían retractarse y pedir perdón por su falta de delicadeza. Todo ello me distrajo unos días, pero cuando las cosas empezaron a olvidarse, el aburrimiento se apoderó otra vez de mí y planeé otra fechoría.» [Se describe una vida extraña]